Liz Cervantes
Miles de poblanas y poblanas se apropiaron nuevamente de las calles para presenciar el tradicional desfile del 5 de mayo.
Acompañados de sus familias y hasta de sus mascotas, se colocaron a los largo del recorrido y, mientras esperaban, aprovecharon para comprar tortas, refrescos, helados, bolas, cemitas (2 por 50 pesos), globos, silbatos, entre otros productos.
No les importó llegar desde las 6:00 horas, incluso algunos durmieron para apartar su lugar y ver de cerca los carros alegóricos y los contingentes.
Sin embargo, también hubo personas que arribaron cerca de las 10:00 horas, brincándose las vallas y generando algunas molestias para quienes estuvieron desde la madrugada.
Dos años pasaron, la pandemia covid-19 arrebató todo a su paso: la vida de miles de mexicanos, los recursos económicos y la alegría de salir a disfrutar eventos.
Pero este 5 de mayo cambió: las actividades regresaron y la tranquilidad también.
Prácticamente todas las familias portaron sus cubrebocas, pero no faltaron aquellas personas que salieron sin este aditamento que, según las autoridades federales, no es necesario.
Previamente a los grupos, por los cielos de los Fuertes de Loreto y Guadalupe volaron avionetas, niños, niñas y público en general comenzaron a aplaudir y gritar para que los escucharan.
“Acá estamos”, decían los menores de edad mirando hacia la luz intensa del sol.
Antes de partir los contingentes, todo marchaba en orden y en paz.
Las familias unidas, desayunando lo que ambulantes ofrecían a su paso, todo desde 10 hasta 50 pesos.
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